jueves, 27 de octubre de 2011



28 de marzo de 1910.
                A bordo del CAP ROCA. En alta mar, rumbo a Montevideo.


                Cómo hace dos días que no les escribo, trataré de relatarles lo que he vivido en resumen. Antes de ayer         -sábado 26 de marzo - había gran cena de despedida y luego baile, ya que al otro día muy temprano llegábamos a Tenerife. Yo estaba muy triste, tener que despedirme de todos que habían sido tan buenos conmigo y me ayudaron a sobreponerme a la nostalgia de dejar mi hogar y familia.
                Antes de bajar, muchos de ellos vinieron a despedirse de mi personalmente a mi camarote y porque querían ver mi vestido de bodas. La Baronesa von Buddenbrook me había hecho traer una preciosa azalea llena de flores rojas. Es tan hermosa y llena de pimpollos que me parece que la voy a poder llevar a Puerto Madryn.
                Dr. Reuter que es Director del Chatrineum en Lübeck fue tan atento conmigo que te pido querido hermano Ludwig hacerle unas líneas en nombre de ustedes todos por su gentileza. En Lisboa ni me dejaba llevar mis cosas, sino las llevaba él y me ayudó a subir las montañas. Además fue amoroso cómo en la cena de despedida, hizo un brindis por la felicidad de las dos novias de a bordo y vino dos veces a mi asiento para brindar. El comentó que había pedido al capitán que esa noche quería estar a mi lado, pero que el capitán y Profesor Wien dijeron que de ninguna manera le iban a dar ese "privilegio". Para eso bailé el "Lacier" y muchas otras piezas con él. En la cena se tomaba solamente Champagne y el Profesor Wien también vino a invitarme a tomar con él a nuestra salud.


Frida a bordo del Cap`Roca

                Hoy me siento muy sola y abandonada, pues Profesor Wien no me descuidaba ni un sólo momento y siempre era tan divertido, aunque ya era bien canoso. Ayer antes de desembarcar estuvo hasta el último momento con el capitán y conmigo. General von Buddenbrook también siempre tan galante y alegre, cómo un joven caballero. Con el médico, que es muy buen mozo, bailé tan lindo que me parecía el paraíso. Una vez tuvimos que bailar solos. Me parece que nunca más en mi vida me voy a divertir otra vez tanto cómo el sábado.
                Todo el salón estaba adornado con guirnaldas y lampignons, parecíamos estar sentados en un jardín. Todos estaban alegres. Muchos dijeron palabras de despedida y adjunto el verso del Profesor Eberlein. El Menú era fabuloso. Luego comenzó el baile en cubierta. También ahí estaba todo adornado con banderas, etc. El capitán empezó el baile conmigo y luego volaba de un brazo al otro. A las doce terminó la música, pero todos quedamos reunidos en cubierta charlando. El Profesor Eberlein cantó una composición que hizo, acompañándola con su mandolina. Nos despedimos con el pensamiento que a la otra mañana nos teníamos que despedir para siempre.


Tenerife, 1910

                Yo ya me levanté a las cinco y media para ver el pico de Tenerife, pero lamentablemente estaba nublado. En Hamburgo una tía me había regalado una caja con huevos de Pascuas. Entonces fui al comedor y escondí a cada pasajero un huevo de chocolate en su servilleta de despedida. Que risa ver todas las caras sorprendidas y el mozo me descubrió. Todos me vinieron a "la conejita".
                Ni bien cayó el ancla en Santa Cruz, toda la cubierta estaba llena de vendedores de mantelería y carpetas hechas a mano. Entonces llegó la hora de la despedida y las lágrimas corrían. Yo me sentía cómo un bebé, pues todos me tomaban en sus brazos y me acariciaban y me besaban. La Baronesa se despidió cinco veces de mí. Cuando se alejaban me gritaban :
                - Adió bichito de luz ! Adiós conejito !!
                El capitán me invitó a bajar con él a tierra y una lancha de la compañía nos vino a buscar. En tierra nos esperaba Profesor Wien, el cuál nos acompañó en el paseo y el señor de la agencia nos mostró toda la ciudad. Entramos en algunas casas con patios interiores con hermosas palmeras y mucha vegetación y rosas trepadoras.
                 Luego fuimos a un mercado y a un teatro al aire libre, en un hermoso parque tropical. En éste parque crecían dátiles, higos, naranjas, mandarinas y limones. El señor de la agencia le dio dinero a una señora y me dio de todas las frutas y flores. Paseamos por calles muy angostas, donde la gente cocinaba afuera en pequeñas estufas. Había mujeres hermosas. Lástima que tienen peinados tan raros. Me contaron que se dejan peinar fin de semana y después no se los deshacen durante la semana.
                Luego fuimos en un coche a la Sierra, al hotel más lindo de Santa Cruz. Nunca vi tanto lujo cómo en ese hotel. Se nota que aquí se reúnen los millonarios del mundo ! Seguimos subiendo la sierra y se veía abajo el paisaje de la ciudad y el puerto. Nuestro barco parecía de juguete sobre el mar azulado. Arriba en la sierra crecían muchos cactus y también flores silvestres. Muchas mujeres bajaban con sus burricos a la ciudad para vender sus productos, cómo leche, huevos y manteca. Era todo tan pintoresco. Bajamos por un cañadón, donde nos esperaba el coche y era regio volver a galope en el coche, después del paseo con el calor que hacía.
                Menos mal que yo estaba en compañía del capitán, sino capaz que hubiese tenido que quedar en Tenerife. Todos ya estaban a bordo. La lancha de la agencia nos llevó al barco y pude comprarme todavía una hermosa carpeta. Me pedían siete marcos y el agenciero me la consiguió por dos marcos. Profesor Eberlein me compró una hermosa carterita hecha de semillas.
                Enseguida levantaron el ancla y salimos de éste hermoso lugar ! De los dos hoteles más grandes nos saludaban, subiendo y bajando la bandera alemana. Toda la tarde veíamos todavía las montañas y de noche el Pico de Tenerife, cubierto todo el año de nieve, cómo desaparecía entre las nubes. Al salir del puerto la música tocaba. En el salón del comedor nos esperaba una sorpresa : toda la mesa estaba adornada con flores frescas y sobre cada servilleta había un pequeño ramito ! El capitán había ideado ésta sorpresa y cómo todos los señores me regalaron sus ramos, mi camarote parecía un jardín ! Hoy 1º de abril todavía tengo "claveles" y "no me olvides" de Hamburgo. Hasta hoy no bajé a cenar ni una vez sin un adorno de flores frescas.
                Ahora éramos únicamente veinte pasajeros en nuestra clase. Qué pena, pero por el otro lado mejor pues ahora haremos una vida más tranquila. Somos cinco damas y quince señores. Hay dos argentinitas amorosas, que viajan con su madre, pero pobrecitas ! Todo el santo día tienen que permanecer al lado de su madre en las reposeras. Solamente de tarde nos reunimos las tres para jugar a las Damas o al Ta-Te-Ti y de noche mientras hay concierto las dejan pasear conmigo por la cubierta. Son dos niñas amorosas y ni bien me ven vienen corriendo y me abrazan y me besan. Cómo solamente hablan el castellano, para mí es un buen ejercicio. También el capitán me da lecciones de mañana durante una o dos horas. Después del almuerzo y de la cena paseamos juntos en cubierta durante tres cuartos de hora. Es buenísimo conmigo y a él le gusta que esté a su lado y le converse.

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