jueves, 27 de octubre de 2011



14 de abril de 1910.
                Buenos Aires. Hotel Kaiserhof de Nicolás Jousten.


                Mis queridos padres !
               
                Hoy les quiero mandar ésta carta primero a ustedes, para que sepan lo antes posible cómo me va. Mi última carta terminó el domingo antes de llegar a Montevideo y hoy ya les tengo que contar tanto ! Ni sé por dónde empezar.



Familia Klûver

                El domingo a la noche recordamos todos a mi hermano Ludwig y tomamos a su salud. Nos divertimos tanto y estábamos todos tan contentos que el capitán nos invitó subir a su camarote. Con alegría aceptamos y entre todos pasamos la noche más emotiva del viaje. El capitán y el Profesor tocaron mandolina y guitarra, y tocaban tan lindo juntos. Hemos cantado y la Señora Hauser dijo versos muy divertidos y el Champagne corría. Es decir, a mí solo me dejó tomar muy poco el capitán, pues es muy severo en éste sentido. Nosotras las damas nos quedamos hasta las dos de la mañana en ésta linda compañía, pero los señores siguieron juntos.
                El lunes preparé mis valijas, pues todos creían que Rodolfo me esperaría en Montevideo y yo estaba tan curiosa que me traería el próximo día. A las cinco de la mañana me desperté al oír caer el ancla. Rápido me vestí y al llegar a cubierta ya vi la ciudad, lamentablemente entre la neblina. A mano izquierda el cerro, por el cuál la ciudad lleva su nombre. A las siete llegó un barquito que traía nuevos pasajeros y con el cuál eventualmente vendría mi Rodolfo, pero no lo trajo. Pero una carta esperaba sin falta, pero imagínense .... tampoco llegó nada.



Puerto de Montevideo, 1910

                La Señorita Markus también había esperado a su comprometido pero tampoco apareció. Pero recibió una carta y un telegrama. Todos se lamentaban por mí, pero yo misma fui muy guapa. Cómo recompensa el capitán y el primer maquinista me llevaron a tierra. Me mostraron toda la ciudad y me llevaron a conocer un parque hermoso : "El Prado". Era un hermoso día, sin calor y me es difícil describir la belleza del parque. Me parecía soñar. Al lado de hermosas palmeras, había un roble alemán, una laguna con plantas acuáticas, una gruta con cactus, bambúes y flores, flores de todas clases y colores y avenidas con hermosos árboles.
                Tomamos en un restaurante una botella de cerveza que costó un marco y en cuarenta minutos regresamos al puerto. Aunque faltaban veinticinco pasajeros de la cubierta media el barco tenía que salir. Con música salimos del puerto y fuimos a almorzar. Muchos me miraban con celos, pues había sido la única que pudo bajar a tierra gracias al capitán.
                Se decía que a las doce de la noche llegaríamos a Buenos Aires y que podría ser que Rodolfo todavía subiera a bordo para saludarme. Yo todo el día estaba ya nerviosa por la incertidumbre y me sentía floja. El capitán decidió hacer un telegrama al Hotel Kaiserhof en Buenos Aires, preguntando si Rodolfo estaba ahí y me quedé levantada hasta las once pero no recibimos contestación. Me fui a dormir y a las doce y media oí caer el ancla. Yo me dormí pensando que por fin había llegado a mi meta.
                A las cinco de la mañana me desperté y pensé :
                - Qué me traerá éste día ?!
                Cuándo miré por la ventana vi que todavía estábamos afuera y no en el puerto. Pero cuándo subí a cubierta a las seis y media, despacito nos acercábamos al mismo. Desayuné y subí bien arriba, de dónde uno veía todo bien. Vi el galpón de la Aduana, adonde íbamos a atracar y había mucha gente esperando. Mi corazón latía fuerte ! La música tocaba y todos saludábamos con nuestros pañuelos y los primeros saludos se oían.
                Ya se distinguían bien las personas y todos los pasajeros ya habían localizado sus familiares o algún amigo. Solamente nosotras las dos novias no veíamos a nuestros novios. La Señorita Markus lloraba y lloraba y se dejaba consolar por el telegrafista, con el que se había amigado a bordo. Yo estaba rodeada de todos, uno me acariciaba acá y la otra por allá.
                 Las dos argentinitas no soltaban mis brazos, pero la despedida llegó. Profesor Eberlein y el Sr. Roth no querían bajar antes de tener seguridad que sería de mí. Al rato sube el primer oficial y me entrega un telegrama. Yo lo abro volando y que desilusión no era de Rodolfo sino de un amigo de él, dándome la bienvenida a la Argentina.
                Del Hotel Kaiserhof tampoco veía a nadie. Profesor Eberlein estaba furioso y repotricaba contra Rodolfo y el Sr. Roth me tranquilizaba. La Señorita Markus seguía llorando en los brazos del telegrafista. Entonces subió otra vez el oficial con un telegrama y ésta vez era de Rodolfo y de noventa palabras ! El telegrama había sido despachado en Madryn y decía :
                " Te doy una cariñosa bienvenida y espero que estés bien de salud y ánimo. Lamentablemente no te puedo buscar personalmente. No pude embarcarme en el barco que salió el 27 de marzo y el próximo recién puede estar acá en una semana. Lamento mucho tener que hacerte esperar. Reservé habitación para ti en el Kaiserhof y te van a ayudar con la aduana. Contéstame a Grimm, Puerto Madryn. Pediré a conocidos traducir documentos y preparar lo necesario. Te puedo telegrafiar en castellano ? Cuesta la mitad. Cariñoso saludo Rudolf ".
                Hay que contenta estaba de tener seguridad ! Entonces resolvieron que yo debía quedar a bordo hasta la tarde y entonces el capitán me llevaría al Kaiserhof. El Sr. Roth me ayudó con la aduana y de tal manera que no tuve que pagar nada. Entonces vimos que llegó el portero del Kaiserhof que llevó mi equipaje y me contó que el telegrama ya había llegado el 11 de abril.
                Al subir a bordo, el barco salió a otro lugar dónde sería descargado y la música tocó para mí sola, cómo única pasajera que quedaba ! Yo fui invitada a almorzar con el capitán y los oficiales y saben lo que comimos ? Sopa de arvejas con carne de cerdo ahumada ! Qué rica que estaba, después de comer tantas semanas comida tan refinada. Luego el capitán me ordenó irme a acostar para descansar. Después tomamos el café y el pastelero me había hecho mi torta preferida, pero yo no pude comer.
                Cuándo estábamos por bajar a tierra vinieron a bordo dos señores de la Agencia e imagínense que los dos conocen a Rodolfo ! Entonces enseguida hicimos un telegrama en mi nombre y en el de ellos contestando a Rodolfo su telegrama. Qué feliz estaba yo ! Entonces partí con el capitán al Kaisehof.
                Fui presentada a sus dueños, el Señor Jousten y su señora esposa, y les fui muy recomendada. Me llevaron a mi habitación. Es sencilla, pero limpia, para lo que aquí se puede esperar. Me arreglé un poco y bajé al restaurante para estar un ratito más con el capitán. Este me hizo todo un discurso. De ninguna manera debo salir de la habitación y nunca debo salir sola a la calle. En éste país es tremendo, no se ve una dama sola en la calle y las que se ven andan con caras serias en compañía de señores. Así que tengo por ocho días arresto de pieza y mañana les seguiré contando cómo me va. Mil cariñosos saludos de vuestra

                Frida

PS. El novio de la Señorita Markus todavía no llegó !

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