20 de marzo de 1910.
A bordo del CAP ROCA. Rumbo a Boulogne.
Al terminar ayer mi primera carta, me arreglé para el almuerzo. Cuando aparecí en el comedor me acompañaron al asiento a la izquierda del Capitán. Enfrente de mí la Baronesa von Buddenbrook y su esposo. A mi lado un Profesor Wien de Danzing, y luego venía el Profesor Eberlein. ¡Qué tontita me sentía yo ! Con todo la conversación fue muy amena y todos estábamos de buen apetito.
Prof. Gustav Eberlin
Cuando subimos a cubierta, a las trece y treinta, justo pasábamos por Cushaven. Yo me había sentado en un sillón de cubierta, bien tapada con una frazada y un almohadón. Yo había pensado dormir un rato, pero era imposible porque varios señores me vinieron a hacer compañía. De esta manera nos quedamos hasta las diez y seis horas en cubierta y estuvimos muy divertidos.
Entonces fuimos a tomar el té. El barco se empezaba a mover bastante y no puedo decir que me sentía muy bien al pasar cerca de la isla de Helgoland, bañada en sol. Mi único pensamiento era : "Coraje" y me fui a recostar a mi camarote hasta las diez y siete y treinta.
Yo primero me quería quedar abajo en el camarote hasta la hora de cenar, pero se movía demasiado. Entonces subí a cubierta y jugué a la mancha con Profesor Eberlín y el Profesor Wien. Hemos corrido tanto que ni tenía ganas de bajar, pero cerca de las diez y nueve horas si entramos.
El Profesor Wien me dio el dato de cantar durante todo el tiempo que me cambiaba para la cena, así no me marearía - lo que también hice. Como única dama aparecí en el salón, vistiendo mi lindo vestido de paño verde y todos los señores dijeron ¡Ahh !! Parece que me cayó mal esta distinción, pues después del asado al horno me retiré a mi camarote. Pero en el mismo seguí cenando y después caminé durante una hora en cubierta, ya que ahí no sentía tanto el movimiento del barco. Luego bajé, me acosté rápido y dormí toda la noche.
A las siete me levanté completamente fresca y los señores estaban chochos cuando aparecí a las siete y treinta con mi carita fresca. A las ocho salí a cubierta y el sol brillaba calentito y el mar se había tranquilizado bastante. La banda tocaba un coral y yo paseaba por cubierta y pensaba en ustedes, queridos míos, en casa.
Entonces un señor me dijo :
- Buenos días señorita !
Y conversé media hora con él, lo mejor que pude en castellano. No lo conozco. Entonces Profesor Wien me invitó a hacer un paseo de exploración por todo el barco. Fuimos a ver las máquinas y a la cubierta del medio. Después jugamos un rato a saltar y yo siempre ganaba. Cansada me senté ahora a escribir esto.
A las doce vamos a estar a la altura de Dover y a las diez y seis en Boulogne. Ahí voy a despachar ésta carta. No nos dejarán bajar a tierra. Ojalá ésta carta los encuentre a ustedes queridos tan bien cómo me deja a mí. Yo les estoy tan agradecida por todo vuestro amor y cariño. Principalmente a mi querida hermana Emma y su Robert por toda su ayuda y atenciones. Manden por favor lo más pronto posible ésta carta a Mamá y Papá y que les den saludos a todos los amigos en Curau.
Con todo mi cariño,
Frida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario