jueves, 27 de octubre de 2011





17 de abril de 1910.
                Buenos Aires. Hotel Kaiserhof.



                Hoy es domingo y les mando a todos cariñosos saludos. Ojalá sea éste el último domingo que pase sin mi Rodolfo. Ya estoy contando las horas hasta su llegada ! El día de ayer nuevamente fue muy lindo. Al mediodía almorcé con el Sr. Dornfeld. Después me quería acostar un rato, pero llegó la Sra. Hauser a visitarme. Ella había estado a bordo y el capitán le dijo que viniera a verme, ya que con un día tan hermoso yo no debería quedar encerrada en el Hotel.
                Al ratito llega el mucamo para avisar el que capitán nos esperaba abajo. Primero paseamos un poco por la ciudad, luego tomamos un coche con ruedas de goma y fuimos a Palermo. No se pueden imaginar mi alegría y entusiasmo ! Con una velocidad bárbara paseábamos entre los caminos y avenidas de palmeras. Hermoso, hermoso !
                Palermo es el lugar más lindo para pasear de todo Buenos Aires. No bajamos, sino al terminar el paseo fuimos a cenar en el Jousten y tomamos vino. Díganme mis queridos : no vivo yo cómo una princesa ? Me parece que en toda mi vida no lo voy a tener mejor que ahora ! Si yo quisiera estaría todo el día paseando, tantas son las amistades que me quieren mostrar ésta ciudad, pero yo solamente salgo con el capitán y el matrimonio Jousten, es decir, el martes saldré con el Sr. Dornfeld y su hermana de noche y el capitán me dio permiso, ya que el Sr. Jousten conoce muy bien al Sr. Dornfeld. Hoy estoy invitada con el capitán a la casa de las argentinitas que viajaron conmigo. A las tres de la tarde me busca.
                Ustedes no se pueden dar una idea del tráfico que hay acá en el centro ! Orden no hay ninguno, cada vehículo corre a lo loco, cómo mejor le viene. Además las calles - a no ser algunas avenidas - son muy angostas que cuesta avanzar y tan sucias y llenas de polvo ! Terrible.
                En todos los lindos parques y plazas uno ve gente recostada descansando, uno ve también en las calles mucha gente vaga. De noche no hay tanta vida nocturna cómo en Hamburgo y me parece que tampoco hay tantos restaurantes. El Kaiserhof es, para las costumbres acá, un buen hotel, pero dónde queda la limpieza cómo la entendemos en Alemania ? Nunca le pasan el trapo húmedo a las piezas, sólo las barren y sobre los muebles pasan un plumero, en vez de limpiarlos con un paño. Estos ni existen. A mí me parece que las puertas, las lámparas y los marcos de las ventanas nunca han visto un cepillo con jabón, ni que hablar de la atención ! Acá ninguno se mata, si no llego hoy ...  llego mañana o pasado mañana. Imagínense que acá no limpian los zapatos y botas en el hotel y tampoco cepillan las polleras cómo en Alemania. Hay que dejarse cepillar los zapatos en la calle o un lustrabotas viene al hotel, pero me quería cobrar 40 centavos y yo eso no lo quise pagar !
                Yo tengo que aprender mucho el castellano, pero ya me arreglo bastante bien. Ya aprendí a manejar el dinero. Cambié un poco para el uso diario. Lo demás tiene el Sr. Jousten guardado, junto con mis documentos. Bueno queridos, hasta mañana !

No hay comentarios:

Publicar un comentario